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¿Qué es la catarata? 

La catarata es la pérdida de transparencia del cristalino, la lente natural del ojo que se encuentra detrás de la pupila y que permite enfocar a diferentes distancias. A través de esta lente pasan los rayos de luz hasta la retina y allí se forman las imágenes. Por ello, cuando el cristalino se opacifica e impide el paso nítido de la luz a la retina, el paciente sufre una pérdida progresiva de visión. 

Se trata de la primera causa de discapacidad visual en el mundo (17 millones de personas con ceguera evitable por catarata) y, en los países desarrollados, es la patología más operada. Debido al aumento de la esperanza de vida y al envejecimiento de la población, su prevalencia va en aumento. 

¿Por qué se produce? 

Más de un 80% de las cataratas están relacionadas con la edad, ya que el envejecimiento es el principal responsable de esta patología. Como consecuencia de los procesos oxidativos que afectan al organismo, el cristalino va perdiendo con el tiempo su elasticidad y capacidad de enfoque (presbicia) y también su transparencia (catarata), desarrollándose progresivamente la enfermedad. De ahí que la mitad de personas con más de 65 años la padezcan. 

Sin embargo, es un error pensar que la catarata solo se da en gente mayor, ya que también puede presentarse desde el nacimiento (catarata congénita) o verse propiciada por diferentes factores ajenos a la edad: 

  • Condicionantes genéticos 
  • Traumatismos 
  • Enfermedades oculares, como la alta miopía o la uveítis 
  • Enfermedades del organismo, como la diabetes, la obesidad o la hipertensión arterial 
  • Consumo de ciertos fármacos, como los corticoides 

Tratamiento 

La pérdida de visión a causa de la catarata es reversible quirúrgicamente, mediante una cirugía que actúa sobre el cristalino y que, gracias a su alta eficacia y seguridad, se puede practicar de forma cada vez más temprana para minimizar el impacto de la patología. 

La técnica más habitual es la facoemulsificación, que consiste en deshacer la catarata y aspirarla. 

La cirugía de catarata termina con el reemplazo del cristalino opaco por una lente intraocular artificial, que puede ser de diferentes tipos en función de las necesidades visuales de cada paciente para lograr la máxima independencia del uso de corrección óptica tras la operación. 

Este procedimiento de implantación de una lente intraocular pseudofáquica (en sustitución del cristalino) es también una de las opciones de cirugía refractiva para corregir la vista cansada, supliendo la lente natural del ojo y compensando sus problemas de enfoque antes de que llegue a acusar la pérdida de transparencia por catarata. 

Debido a esta doble vertiente, supone la operación ocular más practicada y va en auge, aunque no debe banalizarse para conseguir unos resultados óptimos.